Nancy Arteaga, nativa de Cuba, ha creado arte a lo largo de su vida para mantenerse a sí misma y a su familia. Mientras vivía en Cuba, Nancy y sus hijos crearían arte para poner comida en su mesa; habiendo emigrado a Estados Unidos, ahora crea arte como una salida para la ansiedad y la depresión que están presentes en su vida diaria. Emigrar a América le ha presentado un profundo anhelo de hogar, “salir de Cuba a una edad madura fue muy difícil y desgarrador. He echado de menos la rica cultura y los días animados de la tierra en la que crecí”.
Las pinturas de Nancy canalizan su añoranza por la cultura que ha dejado atrás. Los colores, el movimiento y los temas que están presentes en sus pinturas son una forma de conectar con lo que dejó en Cuba. Hay una energía emocional presente en el trabajo de Nancy que se expresa a través de la vitalidad de los colores que elige. Sus pinturas son una forma de comunicar lo que las palabras no pueden: "A través de mis pinturas pude expresar emociones que no podría expresar de otra manera con los mundos".
Nancy elabora sobre su conexión personal con el arte: “He pintado mis penas, mis alegrías. Mis pinceles se han convertido en mí y yo me he convertido en ellos”. A pesar de todos los desafíos que ha enfrentado Nancy, su deseo de ayudar a quienes la rodean nunca ha flaqueado.
Nancy pasa su tiempo como voluntaria, creando arte y usando los recursos que tiene para enviar medicinas, ropa y juguetes a los necesitados en Cuba, “Mi mayor aspiración es ayudar a otros necesitados a través de mi arte”.
Nancy es una verdadera artista, disfruta el proceso de creación tanto como el producto. “Realmente disfruto mezclando los colores y creando texturas, me da mucho placer ver cómo todo se une al final”.